La Nación: Cuáles son las lecturas y el Evangelio del lunes 10 de junio de 2024: “El camino para seguir a Dios”
11/06/2024
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Como cada día, durante la celebración litúrgica católica se repasan y comparten textos que invitan a la reflexión y a conocer la Biblia; estos son los que corresponden al 10 de junio, de acuerdo con el Vaticano
Dentro del cristianismo y el catolicismo, la celebración de la misa es un momento de suma importancia, donde la persona se encuentra con Jesús al comulgar, practica la introspección y escucha las lecturas y el Evangelio del día.Cada día, los pasajes bíblicos ofrecen a los practicantes de la religión una oportunidad para su interpretación y comprensión. A continuación, se ofrecen las lecturas y el Evangelio del lunes 10 de junio, según el sitio web oficial del Vaticano.Lectura del lunes 10 de junio de 2024Lectura del primer libro de los Reyes1 Reyes 17, 1-6Por aquel tiempo, el profeta Elías, del pueblo de Tisbé, en Galaad, le dijo al rey Ajab: “Juro por Dios, el Señor de Israel, a quien yo sirvo, que en estos años no habrá rocío ni lluvia, si yo no lo mando”.Luego, el Señor le dijo a Elías: “Vete de aquí, dirígete hacia el oriente y escóndete en el torrente de Kerit, que queda al este del Jordán. Bebe del torrente y yo les encargaré a los cuervos que te lleven de comer”.Elías hizo lo que le mandó el Señor, y se fue a vivir en el torrente de Kerit, que queda al este del Jordán. Los cuervos le llevaban pan y carne por la mañana y por la tarde y bebía del torrente.Evangelio del lunes 10 de junio de 2024Ángelus del 29 de enero de 2017La liturgia (…) nos hace meditar sobre las Bienaventuranzas (cf. Mateo 5, 1-12a), que abren el gran discurso llamado “de la montaña”, la “carta magna” del Nuevo Testamento. Jesús manifiesta la voluntad de Dios de conducir a los hombres a la felicidad.Este mensaje estaba ya presente en la predicación de los profetas: Dios está cerca de los pobres y de los oprimidos y les libera de los que les maltratan. Pero en esta predicación, Jesús sigue un camino particular: comienza con el término “bienaventurados”, es decir, felices; prosigue con la indicación de la condición para ser tales; y concluye haciendo una promesa.El motivo de las bienaventuranzas, es decir, de la felicidad, no está en la condición requerida —”pobres de espíritu”, “afligidos”, “hambrientos de justicia”, “perseguidos”,— sino en la sucesiva promesa, que hay que acoger con fe como don de Dios. Se comienza con las condiciones de dificultad para abrirse al don de Dios y acceder al mundo nuevo, el “Reino” anunciado por Jesús.No es un mecanismo automático, sino un camino de vida para seguir al Señor, para quien la realidad de miseria y aflicción es vista en una perspectiva nueva y vivida según la conversión que se lleva a cabo. No se es bienaventurado si no se convierte, para poder apreciar y vivir los dones de Dios.
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